cuevas submarinas

 

Las cuevas excavadas en muchos acantilados rocosos tienen modestos comienzos. Empiezan a formarse cuando el oleaje erosiona una zona débil de la roca, quizá una diminuta rotura o una fisura. Al aumentar de tamaño la abertura, las aguas arrancan grandes fragmentos de las paredes y los lanzan contra la cavidad, con lo que la oquedad se va haciendo cada vez más grande.

 

Las cuevas marinas así producidas son lugares de incomparable belleza. Una de las más famosas es la Gruta Azul, en la isla italiana de Capri, cuyo nombre hace alusión al etéreo efecto de la luz en su interior, reflejo de las azules aguas del Mediterráneo. Otra cueva célebre es la gruta de Fingal, en las islas Hébridas, de Escocia. La rítmica irrupción del oleaje en su lóbrego interior inspiró la conocida Obertura de las Hébridas de Félix Mendelssohn.

Una cueva no es más que un agujero en la tierra. Se generan por la erosión de la piedra, normalmente caliza, causada por corrientes de aire o por la fuerza del agua. Las cuevas terrestres pueden servir de refugio para animales salvajes e incluso para personas. Últimamente las personas comienzan a utilizar las cuevas como hogares con agua, luz... todo lo necesario para la vida. Pero con una ventaja, en verano se conservan frías y en invierno se mantienen calientes. Las cuevas submarinas son cuevas normales erosionadas por el agua del mar. Los espeleólogos hacen expediciones a lo largo de ellas para descubrir nuevas cavidades. Por lo general no suelen tener vida, pues al no tener luz, no crece ni siquiera la vegetación en su interior.

Por cierto, recomiendo ver la película "Sanctum", que trata sobre una expedición a una cueva subacuática y... bueno, si quieres mejor la ves.